¿Cómo es la relación entre la cannabis y la mujer? El Informe Especial. Drogas y derechos humanos en la Ciudad de México 2012-2013 nos presenta el debate sobre la política de drogas que ha tenido lugar no sólo en México sino en diversas partes del mundo. Reconociendo que el uso de las drogas particularmente las que son consideradas ilícitas se encuentran relacionadas muchas veces con una serie de estigmas y prejuicios sociales que directamente afectan a los usuarios y usuarias de drogas y los vincula en hechos como la criminalización, bajo este lineamiento, se narrará más adelante, qué significa y cómo es la relación entre la mariguana y la mujer y también, cuáles son las situaciones de riesgo a las que se confronta.
Conocer los contextos y entender los diversos usos de las consumidoras de drogas ilícitas, resulta ser todo un mosaico de posibilidades respecto a la serie de relaciones, identificaciones, rechazos y aceptaciones que configuran tanto en la esfera social, cultural, de salud – enfermedad y legal, donde la mujer desempeña un papel delicado y en desventaja dentro de la sociedad.
El rol de la mujer a lo largo de la historia ha revelado desigualdades en distintas tonalidades y niveles que la posesionan en un estado de lucha constante y arduo labor por su resignificación y valoración como ser humano y como “mujer”.
“La cannabis está hecha curiosamente e intrínsecamente con el cuerpo humano y básicamente enfocada a la mujer, es algo para chicas, es una planta que te ayuda en muchos aspectos como ser humano, como individuo, como mujer, como madre, como hermana y como compañera, te ayuda muchas veces a mediar esa perspectiva dominante que tenemos las mujeres, te ayuda a ser más pasiva contigo misma, a quererte más, a ser más coqueta, más bonita, porque te hace sentir bien contigo misma y simplemente por ser mujer nace esa conexión que está ligada completamente con la planta”.
Diana, Mayo 2016.
Diana es una usuaria de mariguana desde los 17 años y la primera vez que tuvo contacto con la planta no se le convirtió en un hábito frecuente y solamente, duró en esa primera ocasión 6 meses su consumo, ya que; en esa etapa de su vida la carga moral y social tuvo mayor peso que su inquietud y gusto que ya había descubierto por la cannabis. Sus papás, principalmente se molestaban y se enojaban con ella hasta llegar al extremo de decirle que si la volvían a encontrar “fumando mariguana” la anexarían a un centro de rehabilitación.
Bajo este contexto de desinformación y prejuicioso por parte de los padres ante el tema de “uso de drogas ilícitas”, Diana se vio forzada a alejarse de este mundo que descubrió precisamente en su trabajo. Ella laboraba en eventos de música electrónica, donde inevitablemente estaba expuesta al consumo de varias sustancias psicoactivas, así que el reto de no consumir para ella fue mucho mayor, ya que también, se enfrento ante los efectos de la planta que le provocaban estrés y muchos nervios.
Pasando los años, Diana retoma el consumo de la mariguana con unos amigos que acostumbra visitar y le dijo uno de ellos, – en verdad quieres probarla de nuevo, pues tienes que controlar esos nervios, y ese estrés que te da. Tienes que disfrutarlo, desbloquearte y ver que no hay ningún problema-, y efectivamente, así lo narra Diana, se desbloqueó e inició desde esa ocasión un uso diario de mariguana.
A través de estos hilos que se entretejen en la vida de Diana, comienza a modificase e hilarse nuevos hábitos, valoraciones y decisiones que cambian totalmente el sentido de su vida. Esta dinámica social que surge alrededor de ella, la colocan en puntos vulnerables y peligrosos hacia su persona e integridad; ya que, su consumo se convierte en una actividad habitual, y por ende, requiere de ir a conseguir por sí misma su mariguana.
El ser mujer y aparte usuaria de drogas ilícitas como la mariguana, son factores que no le permiten una movilidad segura y abierta en la sociedad. El rol de la mujer, se enfrenta ante escenarios de peligro desde el ir a comprar drogas con el dealer porque se corren riesgos como; que en el “punto”, el lugar dónde se vende la mariguana, no es fácil que se le abra la puerta a cualquiera, se requiere de un tercero que conozca el lugar y te recomiende, por ejemplo; también, te pueden tomar como un objeto sexual y estar envuelta en círculos de acoso, recibir ofertas de consumo de otras sustancias psicoactivas como la “cocaína, la piedra y la mona” por mencionar algunas, o que en el momento en que te encuentres ahí, llegue la policía. Sin embargo, a pesar de estas situaciones de riesgo, la mujer aprende a sortear los hechos y ha ido aprendiendo a construir su espacio de seguridad respecto a su consumo y a ella misma.
Las diferentes circunstancias que cobran vida respecto a la mujer y su consumo traen consigo cambios significativos como lo indica el siguiente testimonio:
“La mariguana realmente me ha hecho una mujer más libre, tanto emocionalmente como físicamente y también me ayudó médicamente en los niveles de azúcar y totalmente el consumo está ligado a mi personalidad, ya que yo sufro de insomnio, de estrés, de cólicos y me ayuda a dormir, me quita el dolor, e incluso me atrevo a decir que te hace sentir bonita y más coqueta, más segura de ti sin importar lo que la gente opine de ti”. María, me ayuda a tener otra visión, otra perspectiva y ahora veo más allá… Te vuelves más sencilla, más honesta, más cariñosa y mejor ser humano”.
Diana, Mayo 2016.
Con estos argumentos podemos percibir que la situación de la mujer en cuestión de seguridad es totalmente frágil, y por tal razón, le doy la importancia de mencionarla y vincularla con el Informe de Drogas particularmente en el inciso B. Derechos humanos y personas usuarias de drogas: marco conceptual. 1. Las personas usuarias de drogas como sujetos plenos de derecho a) De la estigmatización a la criminalización, porque en dicho apartado efectivamente da a conocer cómo el uso del alcohol o tabaco gozan de cierta legitimidad dentro de la sociedad y otras sustancias psicoactivas como la cannabis, la cocaína o los opioides son objeto de prejuicios y consideradas de alto grado de peligrosidad por sus efectos y consumos problemáticos. Así, que como mostró Diana, podemos ver a simple vista cómo estos estereotipos y prejuicios en torno a las personas usuarias de drogas y doblemente si son mujeres las afecta a tal grado de convertirlas en víctimas dentro de la sociedad, hasta llegar a relacionarlas con la criminalización[1].
“Como resultado de lo anterior, en el imaginario social opera una visión discriminatoria y errónea de las personas usuarias de drogas como adictas y delincuentes con atributos negativos – y comúnmente falsos – como la irresponsabilidad, el poco o nulo respeto hacia las normas sociales y la ruptura de los vínculos familiares y de la comunidad”[2]
“El impacto que los procesos de estigmatización, discriminación y criminalización tienen en la vida y en los derechos de las personas usuarias en frecuentemente exacerbado cuando éstas forman parte de grupos sociales en situación especial de vulnerabilidad. Así, las poblaciones callejeras, las y los jóvenes, las mujeres, las niñas, los niños, las personas indígenas y las personas que viven en reclusión, entre otras, padecen el estigma relacionado con el uso de drogas de manera adicional a otros procesos de estigma por su pertenencia a grupos históricamente desfavorecidos”. [3]
A manera de conclusión podemos decir que los usuarios y las usuarias de drogas en la Ciudad de México, como el caso de Diana nos muestran cómo están en desventaja ante las normas sociales ya establecidas aunadas a valores negativos tradicionalmente asociados con las drogas y desinformación sobre los efectos de las mismas.
Contexto que propicia el fomento a la estigmatización y criminalización hacia personas con estas características y lo que sí es claro, es que los coloca en desventaja ante sus derechos humanos como lo desarrolla el Informe Especial de Drogas y Derechos Humanos en la Ciudad de México 2012 – 2013.
Cuando la mayoría de la sociedad, la religión y leyes ejercen el peor comportamiento problemático como lo es “la desinformación, ignorancia, estigmatización y discriminación”, enfocándose en sectores particulares como los usuarios y las usuarias de drogas que han demostrado mayor conciencia y comportamiento en sus actos en comparación a otros usuarios de drogas como las legales.
Bibliografía
- Gabriela Alemany Barris y Teresa Rossell Poch, “Actitudes sociales ante el consumo de drogas”, en Revista de Trabajo Social, núm. 82, Barcelona, 1981.
- Goffman, Erving, and Leonor Guinsberg. Estigma: la identidad deteriorada. Buenos Aires: Amorrortu, 1970.
- Informe Especial. Drogas y derechos humanos en la Ciudad de México 2012 – 2013. Centro de Investigación Aplicada en Derechos Humanos. Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal. Primera edición 2014.
- Real Academia Española, Diccionario de la lengua española. 2016.
- UNAFEI, Resource Material Series No. 76, [Traducción de los autores].
[1] Criminalización: de criminalizar: “1. Atribuir carácter criminal a alguien o algo”. (Real Academia Española, Diccionario de la lengua española).
“Es el proceso por medio del cual compartimos e individuos son transformados en crímenes y criminales”. (UNAFEI, Resource Material Series No. 76,2008, p. 198, [Traducción de los autores].)
[2] Gabriela Alemany Barris y Teresa Rossell Poch, “Actitudes sociales ante el consumo de drogas”, en Revista de Trabajo Social, núm. 82, Barcelona, 1981, pp. 7-11.
[3] Informe Especial. Drogas y derechos humanos en la Ciudad de México 2012 – 2013. Centro de Investigación Aplicada en Derechos Humanos. Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal. Primera edición 2014.
Texto y fotos: María Guadalupe Ramírez. Todos los derechos reservados
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